Otro día amaneció
mas el alma está conmovida
Una brisa cálida me abrazó la vida
que colmó a mi corazón de alegría.
Los efluvios del pasado
regresaron con hermoso regalo.
Trayendo sueños de antaño
convertidos en realidad.
Ellos me llamaron,
luego de treinta años
cantaron mi nombre
con devoción sincera.
Eran mis niños
que tanto he amado.
No son hijos de vientre
pero, sí, hijos del alma.
Ellos me fueron confiados
para que los guiara
por el camino del estudio,
el respeto y el trabajo.
Fueron un grupo esperanzado
Hoy luego de muchas lunas
nos hemos reencontrado.
Ellos padres y madres
de retoños bellos y educados.
Yo una anciana jubilada
orgullosa de la cosecha lograda
Nunca esperada,
mi profesión fue dar sin esperar
ver la obra acabada.
Tuve la bendición de observarla
recibiendo el amor que perdura.
Algo cambió en mi monótona vida
porque muchas estrellas titilan
en mi particular cielo
para darme su infinita alegría.