Emisiones de lava, lluvias de fuego,
de piedra y de ceniza después de la explosión.
Estruendo que conmueve los mares
hasta su más remota orilla.
Islas pulverizadas, dispersas por los aires
como libélulas en la noche diurna,
magma que calienta las aguas
en su pebetero precámbrico.
Caldera de abruptas paredes
donde se precipita el océano
hasta el fondo del abismo,
como león herido. Colapso final,
con sus inmensas olas y mareas
inundando las costas indefensas.
Ondas de choque rodeando la tierra
entre nubes de ceniza.
Opacidad del sol que no penetra
por entre los techos de escombros.
Huesos y dientes carbonizados
sobre ruinas submarinas.
Embarcaciones sin rumbo
derivando como antorchas infernales.
Todo en el sueño es un tremendo tsunami.
Al despertar sólo veo, dentro del corazón,
sombras furtivas y encorvadas bajo la luz
de mis pocas y pequeñas fumarolas.