Me encuentro depronto mirando la puerta,
la misma cruzada diferentes veces, con distintos fines,
cada vez más vieja y desgastada.
Sin querer vislumbro una figura dibujandose en aquella puerta,
cada vez más clara y profunda,
llamándome de forma inconsciente.
Cierro los ojos con el imaginario de desaparcerla,
pero al volver a este despiadado mundo,
estoy más cerca, cada vez más conectada.
Acaricio aquella imagen despiadada,
pero profundamente imnotizante,
irreconocible para la ceguera de mi alma.
Finalmente salgo de aquel trance,
te reconozco en aquella figura,
y sumisa soy envuelta de nuevo por tu recuerdo.