Si mis poemas fuesen acciones
tal vez usted estaría aquí conmigo
y mi musa escribiría sumando
besos en sus labios,
magnolias en el firmamento
y un sinfín de triunfos dorados
en su interior, piel y sueños.
Pero soy prosa y versos, nada más:
palabras que no llegan ni regresan.
Y sin usted, como puede suceder
que derrame tanto rocío blanco
con el útero así de vacío.
Nada… ¡no tiene nada!
ni el milagro ni la magia soñada.
¡Tristeza es la hiedra negra
que lo enmaraña y oscurece!
Debe ser -seguro que eso es-
¡que el nido se me fue al alma!
Allí mi sentir -y el sentir que quiero-
suspiro a suspiro se abulta
noche a noche amanece
línea a línea florece
dolor a dolor muere naciendo.
Late, nada y patalea.
Ay, pequeñez mía
¡cuánto y cómo te amo!
así nunca llegues al mundo
para alimentarte y mecerte
y conocer tu color -que conozco-
y devolver el mío -que robaste-
¡Ni a entregar, ni a sufrir!
ni a estampar una sola
insigne melancolía.
Pero tampoco estará aquí
-estando siempre en mí-
a drenar conmigo su pena
y brindar la caída del día
con el despliegue de los astros
más lluvia y esencia en las copas.
No, ni bajo la luna
llegará mi rocío a su boca…
noble cascada, que hoy cae inmensa
añorando ser océano en sus mares.
Ni menos, mucho menos…
usted… ¡silencio mío! ¡muerte mía!
amor que confundo con el amor mismo:
¡usted jamás hará lo que hace un poeta!
Anidar una espiritual cría infinita
concebida en burda soledad desnuda
en el nicho más enterrado por los hombres
y más colmado de luz por los ángeles…
¡en su ecléctica alma eterna!
P-Car
https://poesiasdepaty.blogspot.com/2017/11/hiedra-negra.html
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