Del tiempo y tiempo, infinita era la bruma
y el sino que desnuda a un alba en madrugada,
con sus chapas encarnadas,
con sus nubes tul y rosa.
Y digo: Para nacer yo quiero
el sentimiento o la hondura de tu boca.
Y digo: derretíanse, cobijábanse y esculpíanse
y… ¡ah!... tan sólo con tu boca,
se abra y repose,
roce y acomode,
acose y mitigue,
apriete y apacigüe.
Y… ¡Ah!... ¿Qué quiero con tu boca?
Si ella sabe que respiro cuando pasa por mi boca.
¿Desprenderla como aroma?
Y… ¡Ah!... ¿Qué quiero con tu boca?
¿Si llevarla a que levante la corola que me asombra?
¿Si sembrarla y protegerla a que la mar muestre su ola?
¿Si dejarla en la arena a que la brisa la recoja?
Y el levante es una muestra de recóndita armonía
que dibuja tras la noche su figura amanecida.
¿Qué quiero con tu boca?
Luz de nieve, luz llameante,
baja estrella de horizonte.
¿Y qué quiero con tu boca?
Suave greda que adormece.
Dulce coro entre las hojas.
Blanca espuma que hace pompa.
Y es tu boca el sube y baja de una fuente desprendida,
cada lluvia y cada gota que regala de su cauda,
cada noche y cada rito que amanece en rebeldía.
Y… ¡Ah!... ¿Qué quiero con tu boca?
Si ella sabe que la llevo permanente con mi boca
y se conocen palmo a palmo cuando frotan y devoran,
que se buscan y se entienden,
que se observan y se esconden,
que se anidan y se duermen.
¿Y qué quiero con tu boca?
Abril y mayo como meses de tu flora.
Castigar al viento que te toca y que te adora.
Resguardar tu lengua y degustarla a cualquier hora.
Y… ¡Ah!... Tan sólo conquistarla y acercarla con mi boca.
Abrir el tiempo y sepultarme.
Sosegar al cosmos con su aurora.
Liquidar minutos que me apremien
y dejar tan sólo que tus labios se me acerquen.
Que me toquen…
¡Que revienten y me dejen, simplemente, a que te bese!
¡Ah!... ¡Tan sólo que se acerquen!
¡Tan sólo que se acerquen!
¡Tan sólo que se acerquen!
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Salvador Pliego