Hondamente y en peligrosa angustia,
los cántaros de agua enlodada de mis ayeres
fugitivos
se trocan en palabras…
(bálsamo suave en dulce catarsis).
Me susurran asesinas o
como furtivo canto
melodioso
de Arcángeles.
Se ocultan en la Nave del Olvido
que nunca naufraga en
las orillas de arena reseca
de las orillas confusas de mis playas…
Es el círculo mágico
e incandescente
del Zodíaco, que reniega
de los interrogantes e incógnitas
que vulneran sin piedad,
mi alma de oscuro luto.
Los rincones de mi casa solitaria
se duermen en un nuevo ocaso,
indiferentes, silenciosos…
Mientras, deambulo
por los laberintos
de los Recuerdos que no se apagan…
distante y somnolienta,
como
fugaz fantasma…
Surge ya la mena
de las Rocas tenaces y necias
en el hechizo profundo,
de esta nueva Noche Aciaga…