Todos los días, la alegría,
era música que ambientaba el jardín
en el vergel de la vida
el gozo no tenia fin.
Presumiendo hermosos plumajes
algunas aves volaban
y otras tantas en los árboles frutales
suculentos manjares disfrutaban.
Sonreía la rosa
en amena conversación
encendidas las mejillas
los piropos agradecía con emoción.
Vengan, descansen, les ofrezco mi verdor!!
gritaba el césped jubiloso
ofreciendo su confórt
Todo mundo en ese reino
era un canto al optimismo
pero desde el límite del campo
la tristeza les oía desde el fondo de un abismo.
Ahí, en ese ambiente gris
frío y carente de alborozo
vivía una flor
que ahogaba sus ilusiones en sollozos.
Quería ser feliz
y salir de la amargura y de la tristeza de ese foso
y vivir en el vergel
para hacer realidad su sueño glorioso.
Un día pasó por ahí un vagabundo
y escuchó el triste lamento
se asomó y distinguió entre la negrura
que en el fondo del barranco, una flor,
que aún con los pétalos de lodo manchados, resaltaba en hermosura.
La tomó entre sus manos
y con ternura el fango le quitó
con delicadeza y con cariño
de sus negras raíces arrancó.
Lo que ayer fue ausencia de luz
pues todo era monótono y gris,
la magia del amor
lo pinta de colores y le dá otro matíz.
Hoy el jardín está de fiesta
el día tiene un hermoso resplandor
todos ríen y cantan, ya la mesa esta puesta
el vergel está felíz, con su invitada de honor.
La vida es maravillosa
nos regala su candor,
y lo es más la magia del amor
como el de ese vagabundo por esa flor.