Acalladas voces agotan el silencio
descansan en tus ojos los delirios infundados
despejo con mis manos los tamices confusos,
me reclama lo tardío, tus palabras livianas.
Desvencijados amaneceres me hieren como agujas,
tu ausencia es un prisma vaciado de colores
y tu evocación es un aire de amor sofocante
que empuja mi sangre hasta hacerla visible.
He de esperarte, en la agonía de este aire liviano
en tanto he de acariciarte en el frondoso teclado
he de amarte en lo absoluto de las palabras,
descansará la soledad en la música de tu alma.