Una noche
en un viejo bar nos conocimos:
vos andabas sola, yo con mis amigos
y te acercaste pidiendo bailar conmigo;
ahí empieza la historia de nuestro gran amorío.
Una noche
decidimos declararnos lo que sentíamos:
ambos, en nuestras casas, escribíamos
cartas que originaron nuestro gran amorío.
Una noche
tu cuerpo se entregó:
envueltos entre caricias, placer y gemidos
un sinfín de emociones los dos sentíamos;
emociones eternas en nuestro gran amorío.
Cada noche
suelo recordar lo que hemos vivido:
te escribo poemas
mientras bebemos vino
y, con un beso, sellamos nuestro gran amorío.