De manera sutil rozaba el suelo,
tenuemente su imagen desplazaba,
con mi vista asombrado la miraba
cual gaviota queriendo alzar el vuelo.
Al compás de armonioso violoncelo
la cadencia del baile dominaba,
su figura sensual pasión manaba
de los pies a su negro y largo pelo.
¡Y movía su mórbida cadera
con un ritmo de suave partitura,
parecía la espléndida palmera
cuando el viento la toca con ternura;
y dejaba mi mente prisionera
de su frágil y elástica cintura!
Autor: Aníbal Rodríguez.