El dintel de aquel salón
dorado y plata,
de tu casa,
ha sonado sin paciencia
consentida.
Mientras, tus cabellos grises,
reflejos
de soles y vientos transcurridos;
han herido los espejos ,
que encerrados
sus frágiles pedazos
atraviesan constantes
este día.
Recostada en la hamaca
de esta playa,
amarilla y horizontal,
no encuentro ya,
huellas de tu sombra…
Los dúctiles y nacarados
hilos de seda que enmarañaban
tu recuerdo, han desaparecido
y estallado sin memoria…
Ya, la noche grávida
y centelleante
de puros diamantes inaugurados,
se anida,
en los vuelos y latidos leves
de tu recuerdo
parpadeante,
como el palmoteo trágico de una
perdida gaviota…