…Es justamente esa prohibición
la que embota mi carne
un deseo que constante
hace del cuerpo un templo en el invierno
donde los árboles con sus copas
intercambian su imagen por espejos
cada sensación
cada músculo compacto que te describe entre la noche
camino sin hallar
cuál será el sendero más propicio para arrastrarte a mi tugurio
hojas de lluvia
sintonía en el ambiente
ternura estéril
dónde has ocultado tu espíritu
que cuando es llamado no surge ni un presentimiento
y yo con las puertas abiertas
esperando sentirme vivo
ardiendo en la más peligrosa cárcel del amor…