Nunca me hablaréis a los ojos
hasta que muera absurdo
postrando ante vuestra simiente
mi ADN desterrado
me encadenáis fulminante
al frío monosílabo de las estrellas
en un carámbano de luz
que respira por tu prieta boca
y su laberinto
desde donde escucho
vuestro veredicto traidor
del enésimo juicio
en esta broma infinita