Bruma tenue y lluvia.
Silencio y noche borrosos.
Ojos gigantes desprovistos de luz.
Tambor campaneante en una
jaula de huesos y cristal.
Figura sin humanidad que repta
en las orillas, en las entrañas y piel.
Susurro de sombras y garras que acarician
el suelo. Ojos burlones que se hacen saetas.
Que acarician carne, hiel y temor ajeno con
dedos fríos.
Electricidad hecha espasmos que estiran
las piernas. Que se desprenden de los sentidos
para correr por abrigo.
Zarpas carmesí que crecen a la luz
de focos agonizantes. Piel erizada
y bocanadas que se ahogan en coros
sin voz.
Trino seco de búho.
Garras y fáuces que estocan
la sinfonía final.
Octavio Márquez