Sendero al Cerro del Tepeyac
Virgencita bella, que tú presencia,
Fue en un Cerro de escasos flores,
Que Juan Diego te vio un día,
Se acerco para encontrarte.
La virgencita, pocas horas del milagro,
Pide a Juan Diego, a que corte rosas,
En la punta del cerro, recolecto rosas,
Mismas rosas que fueron bendecidas por ella.
Transcurre el tiempo, y en el cerro
Crecieron árboles y arbustos,
Abundaban las flores,
Se escucharon los cantos de pájaros.
Entre piedras y rocas,
El camino se formaba,
Que área tan respetada,
Por los que la visitan.
Muchos peregrinos llegan,
Por escalar el cerro,
Se ven los penitentes arrodillados,
Para llegar a la cima.
Caminemos al sendero guadalupano,
Para ver a la Virgen de todos los americanos,
Entremos a la capilla, para orar,
Para estar en contacto con la Virgen María.
Juventino Pérez