Mi ánfora está lista para amarte.
Sepan los héroes que te amo,
y que ninguno de ellos
podrá tocarte.
Y sepan los poetas
que no pueden enamorarte,
pues te ofrezco lo imposible para ellos:
Un corazón que quiere amarte.
Te ofrezco un amor vestido
de huesos, piel y viva carne.
Cada poema que te escriba
siempre habrá de relatarse,
creando figuras en el cielo
y abrazos que no puedan olvidarse.
Será tu nombre, amor mío,
recordado por las mañanas y las tardes.
No al lado de los héroes,
no con espadas y sus trajes.
Te cantarán las doncellas enamoradas,
te soñarán los caballeros andantes.
Pero ninguno te amará como te amo,
ni como habré de amarte.
Será un himno esta rapsodia,
y en otras lenguas
habrá de relatarse.
Y tu nombre quedará escrito
en toda molécula de aire
y en toda boca enamorada
que esta rapsodia cante.