Pasan los días y la vida continúa,
amanece y anochece, nuevamente,
dejando en el aire una sensación de
eterna primavera.
Así vuelven las ilusiones,
la tierra grita y las flores
amanecen temblorosas en los campos;
cantan las aves y también las fuentes,
y hasta el alma canta y los labios vibran.
Los corazones heridos vuelven a latir
de una manera renovada,
y las cicatrices se cierran, lentamente,
dejando, solo, su tatuaje en las almas.
Los ojos, doloridos y cansados,
se alegran con la luz y la esperanza
que adivinan;
quieren sentir todo esto que ven,
¡quieren amar a la vida!
Rafael Sánchez Ortega ©
21/11/18