Bernabé Solano

Gigantes que pasan.


Mis deseos: sentirte feliz, con tu pelo de seda, y tu amiga de manchas. Verte realizada, encontrada, encontrada por ti.
No te dejes. Te quieren corromper, hacerte común, devaluarte.
Te quieren señalar, no como la mujer que yo veo,
te quieren meter en el saco, ahogarte.
No te quieren, a nadie nos quiere; nos toca querernos; casi así, como yo te quiero.


Te veo, eres la que carcajea, la apasionada, la que siente. La que no le da pena gritar ni brincar por un amanecer. La mujer que se une con la tierra para solo embarrarse. Astucia, dudas, incoherencias, así te veo.


Los gigantes pasan, ligero.
Se van. Nos marcan con su tierno recuerdo.
Y el gigante que se está marchando,
me dejó marcado tu tierna amistad inmarcesible.


Tus tiernas raíces de amor
puro, como el agua que te nutre,
como la semilla con la que asciendes. Ya no cabes de amor,
por eso evolucionas, con las aves, con las personas.


Por eso, agradezco el gigante que nos pisó, y el mordisco que me dio.
Lo pondré en un cofre dentro de mi alma, así un día, lo beberemos, para ti y para mí.