Yo soñé que volvían
los antiguos y míticos poetas,
que tallaban sus versos cual saetas,
y tejían con pétalos de rosas
sus rimas tan candentes;
las que fueron brillantes mariposas
que llenaron las mentes
de sublimes escenas luminosas.
Y traían las ánforas helénicas
repletas de placeres,
do bebimos los vinos de Citeres
que nos dieron las ninfas y las diosas,
que llevaban al cielo
en sus fiestas de amor tan glamorosas,
cubiertas con el velo
de pasiones divinas y fogosas.
Escuché las plegarias
que Virgilio a su Venus le ofrecía,
con su hermosa y celeste poesía,
que llevaba perfume de azucenas
traídas de Corinto,
y miré las princesas sarracenas
adornando el recinto
donde hacían magníficas verbenas.
Y sentí palpitante
de la flauta de Pan su son egregio,
que tenía armonioso y lindo arpegio
escanciado en los odres parnasianos,
forjados y benditos
por los dioses románticos paganos,
que bebieron sensuales y solícitos
con los seres humanos.
Miré los resplandores
de la estrofa que arranca los suspiros,
que posee el color de los zafiros
con su verde que brilla en lontananza,
igual que un cortinaje
nuestro mundo cubriendo de esperanza,
con hermoso ramaje
dando frutos de luz y de templanza.
Me invadió el entusiasmo
al sentir de Petrarca sus matices,
y probé de Afrodita sus deslices
brindando con Ovidio
por el \"Arte de Amar\" y su grandeza,
pensaba en el presidio
de esas damas que mueren de tristeza
encerradas en lúgubre fastidio.
Surgieron esplendentes
como eternos luceros de la noche,
esos cantos que fueron gran derroche
del fulgor que reparte poesía;
que llenos de cadencia
nos entregan del alma su armonía,
y son incandescencia
conque Safo sus versos escribía.
Y brillaba en mi sueño
cual camelia en los Campos Eliseos,
de Verlaine los tenues parpadeos
en sus letras cargadas de misterio,
y que fueron crisálidas
convertidas en mágico salterio,
que con sus notas pálidas
me llevaron a bello cautiverio.
Observé del otoño
su crepúsculo tenue, esplendoroso,
imitando el encaje tan precioso
que formara dorado pentagrama
de hermosos ideales,
que nacieron con esa grande llama
y brotan por caudales
en los bardos que fueron oriflama.
¡Y cantó el alma mía
al mirar de la vida mil razones,
y vivir del amor sus emociones
con grácil compañía,
aspirar el perfume de las flores,
navegar en los mares de alegría
de pájaros cantores,
con sus trinos de magna algarabía!
Autor: Aníbal Rodríguez.