No serán llamas del infierno, peor
es el amarte en secreto, al son de un corazón mustio,
con el fervor de un mimo que jamás recibí, de mi parte muchos.
Si serán llamas del infierno, mejor
es para mí tu felicidad y mi desdicha en una sombra,
esa risita abrasadora de pequeñas perfecciones en tu cara, en la mía ninguna.
No serán truenos del cielo, peor
es verte sufrir por bocas vecinas, al tono de un colectivo deslucido,
con una lágrima que nunca fue para mí, de mi parte algunas.
Si serán truenos del cielo, mejor
es para mí tu cuerpo magnífico, y mi apetito en un ataúd,
ese cuerpo impecable de hermosas curvas en tu vestido, en el mío ninguno.
No serán terremotos de la tierra, peor
es ser un mudo escribiendo en silencio, palabras prisioneras,
con el corazón en una mano dictándome sentencias, de tu parte muchas.
Si serán terremotos de la tierra, mejor
es para mí haber liberado letras cautivas, en el dédalo de mi memoria,
ese sentimiento inefable que al cabo de los años mata, de tu parte, todo.