Estas lágrimas que lloro
son por una virgen pena,
contrapunto de algún coro
de la vida, que me quema.
Tristes fuentes son mis ojos,
fuentes tristes de la vida.
Lentas súplicas arrojo,
siempre lentas y escondidas.
Largo y torvo ha sido el fuego
que sustenta la amargura,
soso y frío ha sido el manto
que la vida me procura.
Entre el tumulto de voces
que en mi corazón resuena,
no distingo las razones
que me inflingen tanta pena.
¿Quién me brindará el sosiego
que mi cuerpo necesita
y que mi alma pide a gritos
a cualquiera que la mira?
De la vida que me quema
conservo solo el aliento,
como una tibia espada
contra el mar donde miento.
Cuándo nunca es consolada
¡Oh esta pobre virgen pena!
doy por hecho que es jugada
de la vida que me quema.