La lluvia de nuestra piel desborda
la cama como un río.
El cansancio es grande y las ganas de seguir
se multiplican.
La lluvia es cada vez más fuerte
y solo por momentos disminuye su fuerza.
No nos deja dormir. Nos vuelve centinelas,
espías de la piel, guardianes del goce.
No queremos detener esta lluvia
que solo brota de nuestra piel
y desborda la cama y desborda el tiempo.
No puedo controlarme y me vuelvo
más fuerte y tú más encendida
y más dispuesta, más desnuda,
capaz de devorarme.
La lluvia no deja de humedecer la cama
y nos desbordamos como un río.
Y solo tener una piel
un solo cuerpo, una sola alma
donde poner el placer.