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LA TRAMPA DE LA FELICIDAD.

  Toda emoción, es un parte meteorológico de lo que está sucediendo fuera de nosotros, y como afecta a nuestro equilibrio interno. Desoír estas señales, constituye un riesgo equivalente, al que correría un caminante con insensibilidad al dolor.Sin indicador de fatiga, que le señale cuando puede seguir, o cuando debería detenerse, sus piernas se acabarían quebrando. Lo mismo sucede con los estados de ánimo. Si cerramos la puerta, al mensaje de la tristeza, que nos invita a la reflexión y a la transformación, cuando la crisis acabe emergiendo, puede ser demasiado tarde. Alguien permanentemente satisfecho con su vida y con el mundo, no se esfuerza por mejorar disminuyendo su rendimiento. De ello podemos concluir, que un nivel exagerado de satisfacción, conduce a la pérdida del sentido de la realidad, adormeciendo nuestras actitudes personales, que muestran su brillo al enfrentarnos  a la crisis.