Infinita soledad
Levantó la vista, y afuera en la calle
la penumbra ganaba a las últimas luces
en el salón, el rumor de las voces y el tintinear de la vajilla
acompañaban su innegable soledad.
Una semana…, tanto tiempo hacía de su partida
le hacían sentirse, como esos astros suspendidos en el espacio
gravitando entre su estudio y el bar
dónde la vio partir por la inevitable puerta
sumergiéndose en la oscuridad
devorada por esa boca fantástica.
Hace siete días, que se recrimina
la cobardía, esa parálisis obsesiva y correcta
no se atrevió, a un abordaje pintado de casual
el miedo al rechazo, a ser inoportuno.
Uno a uno de esos días, ha regresado
y ella no estaba
retornó derrotado en cada vigilia
sin saber nombrarla.
Esta noche, él gira interminable
en ese café de intenso aroma
pensando en los por qué
de su infinita soledad.
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“La noche, sin luna es particularmente oscura, sobre todo entre los árboles.
Estoy desde hace unas horas, esperando el contacto con el objetivo, el frio incomoda a pesar de la ropa especial, mis manos apenas siente el arma y cada tanto limpio la mira que se empaña por el aliento.
El tráfico es continuo y solo espero que el señuelo funcione y me indique cual es el vehículo objetivo.
Hay una tenue humedad que sube desde el suelo y el pastizal de alguna manera crea un reparo ante la brisa helada que llega del descampado.
En unos días cumplo años y me espera algún tipo de fiesta, pero no los engañaré nadie me agasajará, solo iré por ahí, a tomar algo y decir mentiras a quién me escuche.
Hace años que mi vida, se gasta en situaciones de este tipo, contratos en oscuras circunstancias y un despacho inevitable ….
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Hace veinte días, que intento escribir. Inicio historias que quizá alguien haya vivido y a los pocos renglones, se diluyen como el agua en la tierra seca.
Busco a los personajes, que a menudo rondaban mis pensamientos, pugnando por esa oportunidad de existir.
Ya no vienen, hasta confirmo haberlos buscado y nada, todo es ausencia, destellos engañosos de historias que se malogran.”
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“No hubo mas palabras
ni sé su nombre
recuerdo aún hoy
su aroma a niña
y el sabor
dulce
de esos torpes besos.”
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Recuerdos ya escritos, vuelan por mi mente, como si fuesen hojas ya secas en el viento
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\"Bonyour Pascal, comennt ça va”.
Ella cruzó el salón
con firme taconeo
con las botas de muchas presillas
y una valija
de lona beige, con vivos de cuero.”
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!Qué mujer¡, era esa corresponsal de guerra en Egipto….., pero ya murió en la última frase escrita.
Atardece y los rayos de sol, se alejan con el sigilo de un delincuente, quizá el mismo que me ha robado los personajes.
En la penumbra, las últimas notas del trío concertante de Franck, crean un mundo al que no puedo ingresar, a pesar de haberse adueñado de todo el entorno haciendo que la penumbra se balancee, entre el cello y el piano.
Solo yo y esta pantalla clara que denuncia mi ausencia.
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Soy según creo, un sensible tardío, que desnuda su alma, en la puerta incierta del final de su vida, ignorando si esa puerta es del infierno..., o lo que es peor aún, del paraiso, que difícilmente soportaría.
Cierro los ojos y pienso que, en un principio..., fue el inicio..., de las sombras y las cosas se recrearon a sí mismas. La confusión no reparó en repeticiones..., hasta que se hizo la luz...
Se me ocurre un génesis distinto, humano, como mi propia vida plagada de errores, los que con habilidad fui justificando como hechos naturales.
Si yo fuese yo..., qué seria de todo, si no fuese yo quien lo viese, continúo pensando en afiebradas hipérboles.
Qué hacemos con eso que vemos por los caminos aleatorios, que nos tocan transitar, para que sea mejor que, ser yo.
Mi mente se adormece, recordando estas palabras.
………….
“Desde niño
yo también convivo con un alma
que supuse mía y distante.
A lo largo del tiempo
ella y no yo
fue acercándose cada vez más
hoy que ya se detiene el tiempo
ella, casi está dentro mío
por poco eclipsada
con un pequeño desfasaje
que aún falta ajustar
….
sí, falta poco
para que yo
me enamore
del alma\"
………….
Recuerdo esa historia de carnaval, en la que descubrí como es la vida.
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“Caminé de regreso a mi casa con desgano sabiendo del fracaso..., mi primer gran fracaso. Quería volar entre el murmullo de la gente, abrir los brazos en cruz..., no en cruz no, un poco más arriba y que el Uhuuu fuese tan fuerte como los truenos. Descender lentamente frente a ella, la hermosa princesa, que me vería emocionada al darse cuenta de los ojos del fantasma.
Nuevamente en el ascensor, miro al fantasma a los ojos y no vi dos oscuras cuevas, solo había dos ojos brillosos en una sábana húmeda.
Seguí hasta la terraza, parándome al borde con los brazos abiertos, queriendo abrazar el cielo estrellado, buscando la magia que deseaba mi vida.”
Lo cierto, es que aún estoy en los bordes de esa terraza, esperando la magia...