Las lágrimas se vuelven negras,
como gotas de maquillaje
manchan mi pálida cara
de grandes y moradas ojeras.
Entre la ternura de la noche,
se pierden entre luces fugaces.
Permanece en el silencio el paisaje,
mientras dentro resuenan gritos.
La luna me acompaña, como siempre,
aunque en ella se refleja mi tristeza,
se pierde su luz tan brillante,
que todas las noches me alumbra.
Hoy no me da luz, hoy parece apagada,
quizá se haya ido, y ya nunca vuelva.
Las estrellas hoy han dejado de mirar,
solo queda un lienzo sin pintar, pero oscuro.
Quizá sea mejor cerrar los ojos, y no respirar.