En aquel lugar donde nuestras miradas se encuentran, donde la noche se hace eterna, donde nuestros cuerpos se reconocen a la luz de la luna.
Donde el latir de tu corazón se acopla al latir uni sonó de una eternidad perpetua. Donde el sabor del dulce néctar del amor se apodera de nuestra integridad. Donde tu ni yo perdemos o ganamos, más allá de irrealidad o fantasía.
Una risa sutil donde me demutras lo que tanto esperaba, la complicidad de tu integridad y mi desfachatez. Sin miedos, sin infiernos o cielos. Tal cual como una profecía escrita por el descaro del amor.