Canta la alondra en el cedro.
Canta el mirlo en el olivo.
Canta el tordo en el castaño.
En la negritud el búho.
El albatros en la mar.
Canta el Hombre para dar,
a lo que falta sentido.
Sueña el rico en ser más rico.
El pobre en sobrevivir.
Sueña el sabio en la grandeza,
para poder existir.
Sueña el poeta en la vida,
en llenarla de verdades.
El pintor en darle forma,
a alegrías y pesares.
Con las notas sueña el músico,
dando ritmo al sentimiento.
Así viviendo soñando,
más fácil se anda el sendero.
En la cuna se transforma.
En el nido se recrea.
Y en las entrañas se crea,
la vida que luego nace.
Nace el embrión con la magia,
de la tierra que le acoge.
Y crece con el dolor,
del poder de transformarse.
Senderos que no se hollan,
porque son intransitables.
Caminos de simas llenos,
que van tragando cadáveres.
Atajos que no terminan,
porque no los anda nadie.
Espesura en la negrura,
de la idea irrealizable.
Veredas de luz prístina,
donde sueña el caminante.
Cantos sueños y verdades.
Caminos que son veredas.
Senderos que son atajos.
Donde nacen las esencias,
en cada paso adelante.
Sueños que son fantasías,
y otros que son realidades.
Mientras se adorna la vida,
con óleos, rimas y notas.
Belleza sabia que nace.
En el borde de la vida,
donde se sienta el que nace.
Cuelgan sus pies como ramas,
del tronco sobre el que yace.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
17/12/2018