No dejes mi deseo en el olvido
de polvo en tu desván abandonado,
un trasto cual si fuera arrinconado
ya dándome del todo por perdido.
No dejes desangrarme malherido,
atienda mis dolencias tu cuidado,
que tengo el corazón amortajado
y muero, por tu amor, desasistido.
No dejes que el orgullo nos socave,
parásito que hurga nuestra herida
provocando una pústula en la piel.
Busquemos empeñados esa clave
que devuelva, el amor, a nuestra vida,
y de nuevo gozar, luna de miel.