Lejos estamos de ser dos almas al vacío.
Somos espejo de plata y mitades de un todo efímero y oscuro.
Nos pertenecemos por casualidad errante y por la comodidad del miedo.
Pero aprendimos a ser uno solo, uno mismo, un homogéneo caldo de cultivo.
Lejos, somos nada, somos aire frío y luna menguante.
Juntos somos insoportablemente necesarios, repulsivos como imanes
Y atrayentes como gravedades alternas de mundos distintos y lunas llenas.
Somos como olas con espuma de un mar embravecido, como un vaso con sal de uvas.
Eso es lo que somos.