Las maderas me recuerdan que existes.
Que tuviste manos de carne y hueso.
Su olor al ser trabajadas transporta
mi corazón a sentir tu resuello,
tu pasión al labrar las nuevas formas
que nacían de tu trabajo bueno.
Las maderas refrescan la memoria.
Suenan como palabras que en el tiempo
retransmiten las frescas experiencias
dichas en el corazón de los cielos.
A veces, las maderas no resuenan.
Quedan vacías, como aquel madero
donde una vez tu vida fue rasgada
para conquistar la muerte y los tiempos.
Las maderas también cantan. Recuerdan
tu voz, esa que sopla en el silencio
recordando tu existencia, llamando
a mi ser para amarte con los hechos…
siendo un trozo de madera, mostrando
con mi existencia el reino de los cielos.