Si un lucero de la noche,
de su luz te quiere dar;
y le haces un reproche,
es que... no quieres amar.
Si al estar ante una rosa,
tú, no logras exclamar;
y decir, ¡cuan es hermosa!
es que... no sabes amar.
Si el color azul del cielo
lo confundes con el mar;
no valoras un lucero,
ni una rosa, ni la mar.
Más, si borras ese orgullo
el de no querer amar;
amaras hasta un capullo,
cuando lo veas en el rosal.
Y si escoges un lucero,
seguro estoy, que lo amaras;
para ti será el primero,
y el que entre todos brille más.
Y en el amor, veras un cielo,
y, una gloria en el amar;
y creerás estar en vuelo
por ese cielo... y sobre el mar.