La meliflua voz de mamá!
Dormía en la plenitud del conticinio,
cuando escuché su meliflua voz.
En medio de acordes celestiales
sentí el aroma de su ser
y el esplendor de su querer.
Supe así que soñaba con Mamá!
Vi su faz señorial, pura y vivaz,
como aquel que nos mostró,
en ocasión de celebrar
su octogenario aniversario.
Lucía serena e inmaculada,
cuando su epifanía brotó
de su espíritu sagrado.
La liturgia celestial,
dirigida a la familia,
poetizaba la noche
y la extasiaba de fervor,
en tanto la luz de su prosa,
iluminaba el ritual maternal:
“Hijos, desde este bosque de paz
clamo por la unión familiar.
Recuerden el regalo de amor
que juntos nos dimos,
las fraternas vivencias
y la concordia que izamos,
el respeto que tejimos
y la obra que abrazados hicimos”.
En la nocturnal ocasión
compartió bocetos católicos
y alumbro con candilejas
la ruta de la familia,
a partir de su elevación.