Hay momentos que el alma se te sale por los ojos y no puedes aguantar y se convierten en aguas cristalinas que se deslizan por tu piel y caen como gotas de lluvia mojando tus labios, saboreas el dolor que sientes dentro de ti, salado como el mar y un vacio en tu pecho como el desierto, fria como el invierno...
Solo se necesita un poco de calor primaveral para que este desierto del pecho se desaparezca y por si solo asi el alma se va desnudando
y quedando vulnerable enfrente de ese simple sentimiento que alimenta , llena y da luz a tu alma desamparada.