Calixtheo

Dolor Nacarado

Te escribo para decirte que ya no estoy. Que ya no protagonizaré más esa dramática novela azul que tu escribías y yo tontamente interpretaba.

 

Tú no lo sabes … yo no lo sabía. Pero ese proyecto de niño fracasado por la edad ya no existe, murió ahogado en un manantial de emociones embalsadas por el silencio. Su cuerpo inhabitado permanece junto a ti … pero ya no resbala en tu hielo, ni se quema con tus fuegos.

 

El árbol que juntos no plantamos ha nacido, y ajeno a tus cuidados y mis miedos, crece fuerte y vigoroso.

 

El negro cielo que me cubría se ha llenado de Perseidas, y de la egagrópila azabache que desechaste

después de fagocitarme, Fenace un Pegaso sin alas que fluye supersónico hacia su futuro.

 

Tu personalidad barroca y desbordada donde antes yo me ahogaba, hoy fertiliza como el Nilo, mi desierto de emociones.

 

Mi piel ya no se excita con esa corriente alterna que tu amor de alto voltaje descargaba sobre mis labios.

 

Las balas que disparaste con furia desde tu boca comienzan a vitrificar en un dolor nacarado.

 

Me llevo mi temperamento forjado en el infierno de nuestra fragua entre los férreos golpes de tu carácter y mi plomiza pasividad.

 

Por que ahora entiendo que para renacer hay que morir primero,

¡te escribo desde la muerte!.

Por que para ver las estrellas primero ha de llegar la noche,

¡te escribo desde la oscuridad!.

Por que para llegar al paraíso antes debes caminar errático,

¡te escribo amnésico y perdido!.

 

Si alguna vez te ame y no te lo dije ... ¡lo siento!

Si no te cubrí con mi abrigo una metálica tarde de invierno ... ¡perdóname!

Si paseando juntos sobre la otoñal hojarasca no te cogí de la mano … ¡qué fallo!

Si me fui y no te dije adiós … ¡adiós!