Hugo Emilio Ocanto

*** La felicidad de otorgar...\" - Relato - - Autor: Hugo Emilio Ocanto -

Ayer por la mañana tuve una idea. La cual de inmediato llevé a cabo. Tengo conocimiento personal referente a un hospedaje de ancianos. Conozco a sus dueños, como a tantos de sus habitantes, a los cuales considero amigos.

Es un lugar muy humilde; como son los que están en él.

Un lugar muy cercano a la casa en donde viví hace ya muchos años.

La amistad de los dueños del lugar, sigue intacta como desde el primer día que nos conocimos...

hace ya más de veinticinco años.

Nació de mi corazón, llevarles un presente.

No ha sido un regalo envuelto en papel de celofán y con una bella cinta de color...

Sus dueños, conociéndolas, siempre me han elogiado las pastas caseras que yo fabrico.

En varias oportunidades ellos la han degustado.

Soy un amante de fabricar pastas. Una de las herencias que me ha dejado mi madre.

No sólo ellas, sino otras especialidades, como pizzas y empanadas, entre otros...

Pero regreso al día de ayer.

Manos a la obra. Desde la mañana muy temprano, comencé a fabricar las pastas, tallarines.

Son 22 los abuelos existentes.

Estuve bastante horas fabricándolos.

Son exactamente igual a la imagen que he editado.

Ella es de unas pastas que realicé, caseras. Me refiero que fueron consumidas en casa.

No he sacado foto de las que otorgué con todo mi amor en el día de hoy, domingo, hace un par de horas.

Me quejo porque aún no cobro como jubilado lo que debería.

Y con razón. Pero de corazón, he entregado con todo mi amor estas pastas.

Trato en lo posible de brindar, de otorgar a los que necesitan.

A veces, vecinos  me encargan, cobrándoles, por supuesto.

Pero tengo a tres ancianos vecinos que dentro de mis posibilidades les doy un almuerzo sin cargo. De corazón. Éste es muy feliz otorgando, brindando. Como mi corazón otorga amor por doquier. Siempre por sentimientos afectivos fraternos.

Como existen en sentimientos afectivos por amor.

El amor que me ha enseñado realizar mi Dios de los cielos y la tierra.

Hoy, un domingo muy especial.

En víspera de Navidad.

La Navidad que llevo en mi alma todos los días del año.

Después de haber entregado personalmente estas pastas, regresé a casa, con el corazón henchido de emoción y alegría.

Cuando llegué a casa, mi hermana estaba limpiando a ella.

Sabía dónde había ido, y el motivo.

Me abrazó, y con sus ojos brillantes por una lágrima, me dijo: \" Gracias querido hermano. Gracias por ser como eres\".

Me sentí un ser pleno de felicidad.

Y diariamente espero esa gran presencia de Dios, la cual siempre presente está...

23/12/2019.