PUEBLO CHICO…
Haz a un lado la lámpara,
o apágala si quieres.
No hace falta la luz
para estos menesteres.
El olfato y el tacto
cumplirán sus deberes.
Y mi sangre marchita
que se agolpa en mis sienes
no sabe si palpita
por miedos o placeres.
Los ruidos de la calle
penetran los canceles.
El oído se afina.
Se escuchan corceles.
Voces apagadas
cual silentes bajeles
navegan en el alba
de tus amaneceres.
Tu marido en la puerta
quiere abrir a la fuerza
las rejas aceradas,
pero estas no ceden.
Quédate aquí en la cama.
Da la espalda, si quieres,
para no ver la muerte
que llevárselo quiere.
Me pondré la corbata,
las espuelas y el fuete.
Sacaré el verduguillo
de metálico brillo
con destellos de muerte.
Cuando corra la sangre
por la acera de en frente,
murmurantes mujeres
narrarán esta historia
de fatales quereres.
©José Luis Morales
Agosto de 1986.