Al ritmo de repiques de campana
vibraron tus delirios juveniles;
y diste con tus besos tan febriles
un sol de primavera a mi mañana.
Prendidas de tu piel de porcelana
mis manos parecían dos reptiles;
palpando muy mimosas y sutiles
tus regios atributos de gitana.
¡Me diste de tu cuerpo sus primores
con toda la pasión que llevas dentro,
tu anhelo desplegaba los fulgores
que hacían un olimpo del encuentro,
y cual un maremoto de colores
su fuerza nos atrajo al epicentro!
Autor: Aníbal Rodríguez.