Almatriste

A muerto el Padre

Esa luz, esa, que venía del Este se ha apagado.

Es que el Padre ha muerto. El que quiso ser buen padre, finalmente, ha fallecido. 

La vida a cerrado la metálica lámina de sus recuerdos, de sus desdenes. No ha habido perdón ni clemencia. Ni menos, comprensión, peor, misericordia. 

Ahora, la soledad se yergue, inerte, incomprensible, dolorosa.

Las promesas incumplidas, las palabras al viento, sólo eran parafernalia al pasado infeliz. Sólo fuimos capaces de defraudar, defraudar, defraudar.

Es que el Padre ha muerto. 

Hubo un hombre preso, preso de sus migrañas, rehén del olvido, encerrado en sus claustrofobias, que cayó al fondo del abismo, al final del pozo y se rompió la espalda, que quedó atascado en las hiedras, que está olvidado por quienes dijeron que lo iban a rescatar y que nunca llegaron.

Seiscientos treinta y seis días, y munca llegaron los que dijeron sus falsas promesas.

Sólo una voz, una dulce voz: Padre te amo