Javier Perna

Afuera

Alguien me ató la noche como una piedra,
Alguien me hundió en la luz de la mañana.

 

La espuma del alba se llevó mi nombre.

 

A la hora en que los adioses levantan vuelo desde sus árboles dormidos.

 

A la hora de la orilla que no existe.

 

Cada piedra tiene su gravedad,

su peso,

su culpa;

 

cada puñado de arena; cada mano que cavó el olvido

y que empujó.

 

El olvido.

El olvido no deja túmulo.

 

Ni un ahí donde recordarse;

ni un ayer donde rezar

por uno mismo.

 

¡Sin años, sin nombre!

 

Enterraron mi cuerpo y me dejaron encerrado

afuera.