Hija del Sol y diosa de las sombras,
con mis hermanos, divinidades del cielo,
del fuego, de la vida y de la luz
en los extremos del territorio asiático,
propicio el apacible final de los guerreros
al declinar el día.
Con mi sobrina, mensajera del alba
que abre las puertas del palacio de su padre
cuando sale de viaje en su corcel dorado,
sostengo una sombría relación de amor.
Así empujo los cuerpos del combado espacio
hasta su regreso, bañados por la luz.