Desolado y agotado, tendido en mi cama mirando la oscuridad que se cierne sobre mí, aparece tu ofidia figura que lentamente anuda mis piernas y se envuelve a través de mi columna vertebral hasta dejarme inmóvil y sin aire, con la garganta incapaz de emitir sonido y dejándome apenas con fuerzas para dejar caer una lagrima de mis ojos.
¿Por qué será que siempre te apareces en los momentos en donde la luz se revela y un atisbo de esperanza crece en mi pecho? Te acercas y con tu lengua bífida escupes veneno en mis oídos, dejándome aturdido y frágil, llorando por tu recuerdo.
¿Cómo fue que ame a tan hermosa criatura, olvidando lo peligrosa que podrías resultar ser? Porque ahora vienes, me torturas, me llenas de cicatrices que nunca sanan y me muerdes en el pecho, haciendo que mi corazón se detenga paulatinamente hasta que solo se escucha el susurro de una idea, de un amor, que fue hace mucho tiempo. Me clavas los colmillos en las piernas y vuelves a deslizarte hasta la oscuridad más recóndita de la psiquis, fragmentándote en mil recuerdos que son imposibles de disolver., escurriéndote entre mis dedos como humo, haciendo imposible la tarea de eliminarte por completo, y dejándome moribundo en mi cama, mirando la oscuridad que se cierne sobre mí.