Quisiera tener alas y volar,
llegar hasta esas mesas
llevando en mis manos un cesto
lleno de pan, de alimentos…
Bajar y abrazar con fuerza
al mismo tiempo que lleno de besos
las caras frías de esos pequeños.
Que nunca se terminen mis alimentos.
Que pueda transformar sus prendas rotas
en otras nuevas,
para que no sientan el frío cruel del invierno.
Abrir las puertas para ofrecerles
pan, jamón y queso, fruta fresca,
turrón y mazapán…
Y… darles muchos juguetes
ver la felicidad de esos niños en sus pupilas
solamente entonces…
¡Qué feliz yo moriría!
Higorca