Mujer, debo advertir que con cuidado
he de conducirme, pues ex profeso
todo hombre que hallándose enamorado
sólo es un niño ingenuo, te confieso.
Y en su ser palpita con grandes golpes
un corazón de ilusiones eternas,
y aún con palabras un tanto torpes
en tus oídos han de sonar muy tiernas.
Es extraño, tal vez, a tu parecer.
Pero un hombre sumido en la locura
solamente puede serlo por amor.
Si en tus dones sapienciales de mujer
abrazarlo puedes con tu ternura,
junto a tu pecho ¿no estaría mejor?