Fui creada por un monstruo
que me dio forma intermedia
entre el reptil y el insecto,
cubrió mi cuerpo de escamas,
me colocó seis patas
y una fea cabeza de lagarto.
Habito las cuevas más profundas
de mi nativa Australia
y emerjo en busca de mis presas
cuando las sombras caen
como manto sobre sus espaldas.
Las trituro con mis agudos dientes
y regreso después, ya satisfecha,
a la negra caverna donde habito
rodeada de silencio y soledad,
que más que caverna es un palacio
construido por los dioses de la tierra,
para mi eterno y esencial descanso
en las entrañas de la oscuridad.