Todos tus recuerdos están guardados,
desde el primero al último momento,
mis ojos te miraron, mi oído escuchó,
la mente usada cotidianamente,
la de vigilia, recuerda muy poco.
El oído es más fino, también lo hace,
cuando te escucho hablar por teléfono,
rápido, sin que recuerde tu nombre,
de inmediato viene a mi tu apariencia,
ya lo sabía, de quien se trataba.
Al mismo tiempo, imágenes del ayer,
de ti, empiezan a moverse en mi mente,
miro con claridad, rostro y figura,
chaparrita, no delgada, no gorda,
llenita, con dos grandes rosas al pecho.
Vestidos largos, de colores claros,
con la sugerente abertura al frente,
tu andar, por donde todos lo hacemos,
la cara redonda, llena de pecas,
me gusta que te rías muy seguido.
Pelo corto, lacio, negro con mechón,
que cae para cubrirte la frente,
de labios gruesos, carnosos, sin pintar,
cuando lo haces, una flor carmesí,
los ojos, el mar de la tranquilidad.
Espacio donde el alma se sumerge,
algunas veces, vi cuando llegabas,
en otras, al irte me daba cuenta,
aún sin observarte, al escuchar tu voz,
claro, mentalmente decía, es ella.
Tu rostro y toda tú, en alguna parte,
de mi, como dormida, estás presente,
qué curioso, ahora que escucho tu voz,
en mi memoria, te despiertas toda,
en la imaginación, te recuerdo así.
Más el tiempo, nuestro cuerpo ha tatuado,
con los signos visibles en el rostro,
más algo de nosotros, no se cambia,
es el alma que vive eternamente,
en esta vida nos hemos cruzado.
El poeta del amor. 24-11-16.
Cabo San Lucas, BCS. México