Sois inmenso campo de amapolas,
me habláis, con el volátil rojo que vuela en los ojos,
inmerso en mi mundo de locura
Vuestros mantos en amusgada tela tapan el canto de mi solitaria voz
Es mi pagus sin sentido
Temerosa frescura, en una mansa rueda, viajera de mi tiempo bastardo
Me muerden celosos los paraísos de Venus
Mi carne temblorosa cubierta en su cielo sellado
Sorbos donde escondo mi demonio entre mis alas de ángel
Ante los ojos de una dama persa
difuminada en la niebla
Y no solo me observan
Me agarran profundas raíces del consuelo, escondidas tras el Sol
Invisible
Reino de iris perfumado
Porque no soy dueño de mi vida
Expectante, yo reposo, entre óxido de jaulas,
para conocer el futuro de mi muerte desconcertante
Mundo de cenizas, yelmo abrasador en mis manos huidizas
Señora oscura paseando en todas mis noches pintadas de locura
Lloro estrías, las lloro, como surcos hiriendo mis lunas exentas de tus días