Somos escasos y tan pocos, Que nuestras cenizas, Luego de cremarnos, No teñirán el mas de aguas abismales.
Somos escasos y tan pocos que nuestra sangre, luego de verterla no teñirá el mar de las arenas inmortales.
Somos escasos y tan pocos, somos el rezago de lo que fue eterno, somos exíguos y tan magros y sin embargo fuimos atisbos al sempiterno.
Somos pamemas del infinito, pasajeros con ribetes panegíricos a nuestra contingencia, a nuestras carencias.
Somos unas pocas palabras sin voz y solo conocimos el silencio, el mismo de Dios.
Somos llamitas entre antorchas o antorchas entre hogueras, al cabo lo mismo.
Somos vidas versadas en hojas que se queman, y el alma volará a un libro que lo atrapara entre sus paginas, hará realidad las ficciones mágicas de un poeta libre, sin redención que zarpa.