Me trataste como a un amante.
Pero no parecía ser así, mas bien no lo sentí de esa manera.
Se que ignore muchas cosas, incluso el mal que me hacías.
Pero al momento de amar, no era cualquier amor.
No era esa amor que se le da a un simple amante.
No era ese amor morboso ni lujurioso.
Era más bien, un amor puro.
Ese amor que no se le da a cualquiera.
Mucho menos a un amante.
Al principio parecía ser así, que lo único que nos mantenía unidos era esa experiencia y emoción de amor prohibido.
Quisimos creer eso.
Pero era algo más que eso, era algo más.
Y te diste cuenta demasiado tarde.
Dices que cada anochecer te lamentas.
Que cada brindis es a mi nombre.
Que no salgo de tu cabeza, que los recuerdos te atormentan.
Dices que le pides al universo volver a reencontrarme conmigo.
Una vez más.
Una última vez.