Por estos días mi barca ancla en tu recuerdo.
Veo tus ojos como soles que asedian el trigal.
Te veo radiante como mariposa en mi jardín.
Suele suceder que el olvido viene
en nuestro auxilio en la alucinación
y el olvido es fortaleza para el alma abatida.
Los deseos de tu piel quedaron
en las llamas de la pasión.
Ahora son cenizas del silencio.
Tamboras y guitarras rescatan esa música
que ofrecí al paso de tu carroza
pero que nadie oyó.