Hoy he visto a la luna
con su cara de trapo,
los ojitos vivaces
y un temblor en los labios,
paseaba en la noche
por el puerto callado
y miraba, en silencio,
en su lecho, a los barcos,
porque allí descansaban,
en un breve letargo,
tras luchar con galernas
y sus remos al pairo,
nuestra luna ceñuda
contemplaba este cuadro
y buscaba al marino
y del mismo sus brazos,
porque en ellos estaba
el tesón de sus manos
y los dedos nerviosos
que remaban al salto,
entonando canciones
de rumores lejanos,
con corales divinos
y licores dorados,
y ocurrió que pasaba
por los muelles un bardo,
con su barba lampiña
y los mocos sonando,
se paró sorprendido,
y también extasiado,
al oír de la luna
y del mar unos cantos,
\"no te duermas trainera,
sigue fiel tu relato,
y prepara los remos
para ir hasta el cabo,
yo te llevo de pesca,
en mi falda y regazo,
y tendrás la sonrisa
y mi aliento cercano,
te diré donde pican
salmonete y cabracho,
las lubinas divinas
y hasta algún rodaballo,
y después, cuando tengas
el tesoro preciado,
volveremos al puerto
a comer en el plato,
a sentir el salitre
rezumando lejano,
y la luz de los cielos
embriagando en su faro...\"
\"...Ay lunita de plata,
no sé bien que me has dado
ya que elevas mi fuerza
con tu gracia y encanto,
déjame que prosiga
y que acabe el relato,
de este cuento sin nombre
con tus besos cercanos...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/19